Un nuevo ciclo escolar dio inicio este lunes 2 de agosto en Rec Música, y la idea que yo tenía para ese día era muy clara: el ajetreo incesante en los pasillos, la alegría saturando el aire y la indudable emoción de conocer por fin mis nuevos salones, maestros, compañeros (¿futuros mejores amigos, tal vez?) y en general, mi nueva vida. Pero, desafortunadamente, no fue así como sucedieron las cosas.
Si vives en este planeta y especialmente en este país, ya debes saber que, debido a la pandemia por Covid-19, aún no es seguro volver a las aulas. Por tanto, nos tenemos que adaptar a la situación y tratar de sacarle el máximo provecho posible a las clases en línea, algo a lo que la mayoría de mis ahora compañeros de generación, ya están acostumbrados, por venir directamente de su último semestre de preparatoria en esta modalidad.
En mi caso, la historia fue un poco diferente, porque para mí, esta es la primera vez que experimento las clases de manera remota. Han pasado cuatro años desde que estuve inscrita por última vez en una universidad; cuando estudiaba otra licenciatura que abandoné después del segundo semestre porque entendí que no era para mí. Por eso es que estaba tan emocionada por empezar este nuevo semestre, aunque claro, también un poco preocupada de haber perdido la práctica de ser estudiante, y de que me costara readaptarme a todas las responsabilidades que esto demanda.
El lunes, la aventura comienza desde muy temprano, pues mi primera clase es a las 7am. Afuera aún no amanece, pero yo ya me encuentro sentada con la computadora enfrente, esperando a que inicie la clase de Entrenamiento Auditivo 1, con Gorch Ramos. No tengo idea de qué esperar, ¿será esta mi clase favorita? ¿O con la que más sufriré? La reunión en Zoom comienza y ya no hay vuelta atrás. Empiezan los saludos y las presentaciones, ¡casi se siente normal, como si estuviéramos ahí todos juntos! Gorch (ojo: no George) nos dice que no sabe en la que nos metimos, porque su clase no será tan fácil como creíamos, y que nos vamos a tener que esforzar, pero al final habremos aprendido mucho. Se me pone la piel de gallina. De acuerdo, ya me siento en la universidad.
El martes mi primera clase es de Ensamble con Luis Román, lo cual me emociona bastante. De nuevo, no faltan las presentaciones, explicaciones de cómo va a funcionar todo, etc. Lo único que me pone triste es no poder llevar esta materia en persona, porque una parte de la conexión entre nosotros como músicos (y también, probablemente la conexión a internet), inevitablemente se perderá. Pero el optimismo sigue en el aire. Más tarde, conocemos a Javier García Arellano, en Armonía 1. Cada vez me gusta más esta experiencia, y apenas es el segundo día.
El miércoles mi horario se ve vacío, pero eso se compensa al siguiente día, cuando tengo cuatro clases. El jueves toca madrugar y entrar puntual, pues estamos de vuelta con Gorch, quien nos dejó muy claro que no hay que entrar tarde. Horas después, conozco a Melina Castillo, mi maestra de voz, y con quien me alegra poder trabajar este semestre. Luego, conozco a mi último maestro del semestre, Alan García, de Fundamentos de Tecnología Musical. Esta primera clase con él me gusta mucho, y creo que voy a disfrutarla y aprender bastante. Finalizo la semana con una hora más de Armonía y así acaba mi primera semana en Rec. Mis compañeros llevan varias materias más que yo, entonces es lógico pensar que, definitivamente, su experiencia ha sido diferente a la mía, pero considero que todos lo disfrutamos.
Ahora mismo, estoy asimilando todo lo que viví en la semana, y me parece que el panorama se ve bien. Hay momentos en los que no puedo creer que por fin estoy aquí, después de todo lo que pasé en estos cuatro años y, sobre todo, en este último, que para todo el mundo ha sido difícil de una u otra forma. Afortunadamente, ahora me encuentro en un camino que me parece que es el adecuado para mí, por lo que el miedo y la preocupación se reducen al recordar que esta vez, todo valdrá la pena porque ahora estoy donde debo estar; estudiando lo que más me gusta. Entonces, no todo está perdido, me digo, clases presenciales o no, ya estoy aquí.